No queremos ser profesionales secundarios a la espera de un reconocimiento que llega, a veces, tarde o distorsionado.
No queremos que el traductor siga sin un esquema de contención social que lo ubique a la altura de las profesiones más reconocidas.
No queremos seguir siendo profesionales desconocidos para la sociedad, sino transformarnos en los referentes naturales e imprescindibles.
No queremos una política cerrada y elitista que olvide aciertos anteriores y gobierne para unos pocos.
No queremos una capacitación integral que beneficie sólo a un idioma en detrimento de todos los demás.
No queremos aplicar los fondos en forma errática, sino asignarlos a las verdaderas necesidades de los matriculados.
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